Presentación del libro La Calor de Rodrigo Costas Ferreira
Miércoles 26 de noviembre, 19.30h. Fundación Mario Benedetti.
Presentan Natalia Mardero e Isabel de la Fuente.
La Calor, este conjunto de cuentos que tienen por paisaje común el verano, pero que nada tienen que ver con esa lectura liviana y facilonga que solemos asociar a la temporada estival. No, La Calor no es eso.
El autor es un observador riguroso que con pluma sobria y concisa nos invita a adentrarnos en las vidas de diversas familias y personajes para develar que no todo es vacaciones y risas. El verano y su épica del disfrute sirven de contraste para resaltar aún más las miserias humanas.
Toda una sociedad y sus matices aparece en cada pequeño fragmento de estas vidas que Costas narra con un dejo de ironía y con mucho amor. Historias que nos invitan a conocernos un poco más y también a reírnos de nuestras desventuras.
Porque no todo sale bien en la estación más esperada del año y de algo de eso trata La Calor.
Isabel de la Fuente
Rodrigo Costas Ferreira
Nací en Montevideo al final de un veranillo, en agosto de 1982. Soy un malvinense de apartamento, de Velsen entre Colombes y Ámsterdam. Quizá por eso, en el estadio siempre preferí la Olímpica. Desde chico admiré a mis padres, pero ambos trabajaban mucho. Por eso,
me crie entre abuelos, tías y tíos, con muchas historias por contar: recuerdos del Prado, de Galicia, de Cuba y de Ciudad Vieja. Fui hijo único hasta que nació mi hermano, una versión muy mejorada de mí mismo.
Durante muchos años, tuve la Isla de las Gaviotas en mi ventana, pero el mercado inmobiliario y sus edificios, decidieron ocultarla de mi vista. Desde que tengo memoria, me gusta crear. De pequeño dibujé tanto que, un día, el dibujo se transformó en escritura. Fui parte del Taller El Erizo de Isabel de la Fuente. Allí aprendí muchas cosas, entre ellas que no sabía escribir. También, gracias al Taller, leí mis intentos en el Brasilero y en el Lautréamont.
Viví en Ecuador y Guatemala; eso me permitió dar vueltas por el trópico, conociendo su belleza y sus miserias. Hoy vivo en Salto, un hermoso lugar que estoy aprendiendo a conocer. Intento ser un esposo decente y un padre presente. Lo intento, aunque no siempre funciona.
Tengo muchos agradecimientos y perdones pendientes. Como todos, estoy intentando ponerme al día.