Vino el patrón y nos dejó su niño casi tres horas nos dejó su niño, indefenso, sonriente, millonario, un angelito gordo y sin palabras.
Lo sentamos allí, frente a la máquina y él se puso a romper su patrimonio. Como un experto desgarró la cinta y le gustaron efes y paréntesis. Nosotros, satisfechos como tías, lo dejamos hacer. Después de todo, sólo dice "papá". El año que viene dirá estádespedido y noseaidiota.